lunes, 14 de octubre de 2013

Fuerte conexión

Es un día normal, un viernes como cualquier otro en el que estoy terminando mis horas de clase para por fin después de una larga semana irme a descansar a casa, no es de extrañar estos deseos, porque me pregunto quién no lo tiene o alguna vez los ha tenido, porque el descanso que brinda la llegada del sábado y el domingo, promete restaurar las fueras que para el viernes tenemos agotadas. Pues bien, así era este viernes en la horas de la noche, más exactamente a las 7 pm, hora en la que me dirigía a mi casa, hora sagrada de olvido de todo lo que pasa alrededor, en la que solo caben pensamientos de cómo aprovechar el fin de semana.
Como ya dije, me dirigía a mi casa cuando una llamada inesperada llego a mi celular, al contestar solo puedo oír un: - que pasó perdido, usted si es un desgraciado, se olvida de los amigos como por meses jajajajajja, a estas palabras yo solo pude contestar que la verdad es que había estado muy ocupado, que los trabajos no me daban tiempo para nada, sin embargo, mi amigo, que estaba al otro lado del teléfono, ese cuya voz es inconfundible para mi pues lo conozco de hace varios años y en el cual he descubierto una sincera amistad, me contestaba con un cierto toque de ironía: -Sí, me imagino…, pero esta vez necesito hablar con usted, pasó algo que me tiene pensando mucho… tiene tiempo para tomarnos una cervezas?- a lo que conteste que sí, la verdad en el momento conteste de esa manera porque me interesaba más lo que tenía por decirme Sergio, mi amigo, que la idea de salir a tomar cerveza.
7:30 pm, diviso a Sergio en una esquina cerca a la universidad, veo que él ya sabía que era yo, pues me hacía unas señas sobre su reloj para indicarme que se hacía tarde, sin embargo, me espera, vamos a un bar llamado “Amareto” para poder tomarnos un par de cervezas y así dar inicio al relato que Sergio tenía preparado para mí. -dos Club Colombia- dice mi amigo a la mesera, después dirige la mirada hacia mí y empezamos a hablar sobre cosas cotidianas como la universidad, el trabajo, la familia, los viejos compañeros de colegio de los cuales no he sabido mucho en años y de los que Sergio me cuenta cada vez algo nuevo. El tiempo pasa, las cervezas están a la mitad, cuando de pronto él toma un trago más, pone su botella en la mesa, fija su mirada hacía un horizonte imaginario y empieza a reír, de un momento a otro dice: -yo no sé en que estaba pensando-, por supuesto yo estaba desconcertado desde el momento que empezó a reír sin razón aparente, lo único que pude decir fue: -¿qué paso?, él me observo, sonríe, después mira al suelo y dice:- es precisamente lo que le quería comentar-, -¡haber, cuente! Le repliqué.
La historia se trataba sobre una mujer que había conocido unos meses atrás en una clase de francés a la que asistía en un instituto, la mujer era un poco mayor que él y tenía una madurez que enloqueció a Sergio desde el primer momento en que empezó a tratarla; mi amigo detiene su relato, lleva otro trago a su boca y nuevamente se dirige a mi diciéndome: -que bobada, no?, a lo que yo contesto solo con una risa, sin embargo, ya en mi pensamiento estaba rodando una serie de ideas que me contrariaban, ¡cómo era posible que Sergio, tal y como lo conocía, estuviese así por una mujer que apenas conocía?, la verdad es que nunca lo había visto así, ni siquiera por aquella mujer que me presentó un par de años anteriores con la que formalizó una relación que duro algo más de 2 años.
Después de aquella pausa, él continúa, me cuenta que hace poco en una reunión con algunos compañeros del curso, en la que por su puesto estaba ella incluida, sucedió una conexión que no pudo explicar, me dijo: -me puede llamar tonto, pero la química, y se lo digo así porque no tengo otra manera de explicárselo, fue muy fuerte, ese día nos reímos, tomamos y le juro, pero se lo juro, no quería bailar con otra mujer, yo no la soltaba ni un minuto, debí parecerle un loco a mis compañeros pero en ese momento la verdad es que no era consciente de mi actuación y nada me importaba, solo ¡era!.... jajjajaja que vergüenza jajajja-, yo en ese momento, mientras tomaba mi trago, estaba asombrado por la emoción con la que Sergio contaba su relato, su interés, me di cuenta, era real, lo que dicen del enamoramiento parecía tener su más claro exponente en él.   
Así pasamos un buen rato, por supuesto, en el transcurso de la conversación, él me pidió su opinión de lo que había acabado de escuchar, a lo que yo solamente conteste: -las cosas llegan sin que uno las espere, se me hace mentira que hace unos días usted me decía que lo único que quería saber era de estudio para poder sacar muy bien la carrera, y ahora, mírese… jajajaja… todo un peladito enamorado jajajajjaja…., él contestó mi comentario con otra risa, sin embargo, proseguí: -pero hablando en serio, chévere que le esté pasando esto, cosas así, como ya le dije, son inesperadas y se tienen que aprovechar al máximo, viva lo que tenga que vivir y hágale sin miedo… jajajjaja-. Después de otro par de tragos y unas cuantas risas más nos despedimos, cada quien volvió a su casa.

Tiempo después, en algunas ocasiones pensaba en Sergio y aquella mujer, qué habrá pasado, habría ya alguna relación o había dejado pasar esta oportunidad, estas preguntas fueron contestadas cuando me encontré de nuevo a Sergio de improviso, cruzamos algunas palabras y le solté la inevitable pregunta: -¿qué pasó con aquella niña?- a lo que él me contestó con una sonrisa que ya lo decía todo.  

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